martes, 3 de marzo de 2009

Retrato de una fríbola y sus verdades.




Rézame esta sangre que se embadurna solita.

Soy el emblema del deseo impertinente
que desciende por las lenguas más ardientes.

No, no te atrevas a seducirme, ¡insolente!
que muerde la fiera que llevo dentro.

Me desangro, ¡y cómo me enloquece!

Víbora del tiempo enjaulada en mi propio aliento
y escarchada entre cristales y trocitos de hielo.

Tranquilo, no te marches, que sigues vivo,
sólo debes acercarte un poco más y te como despacito.

Me enveneno entre el silencio más soprano de tu cuerpo.

Los placeres del demonio ya no me sorprenden nada.
¡Pasa, pasa!, hace tiempo que abrí la puerta.

¿Quién le habla a Magdalena? Cinismo enlatado.
Ya decía yo que olía mal en esta sala... Abriré la puerta.

Ya puedes marcharte y recoge las babas que me has dejado.

Clara Ortega

No hay comentarios:

Publicar un comentario