jueves, 12 de marzo de 2009

Dinero, dinero, dinero...






El mundo tiene la mano muy larga
y no es suficiente dándole largas
porque me privas de algo muy fácil
e inalcanzable. ¿Dónde está mi libertad?
Vienes con unos billetes
creyendo que todo se consigue con ellos.
No tengas falsos sueños,
pues tengo el corazón de hierro
y mi paciencia recién caducada,
al menos espera que la reponga.


A veces pienso que no debí haber nacido
en este planeta de desquicio y mentira,
pero sólo en mi mente existe el paraíso,
así que no me queda otra que aguantarte
con tus míseras tentaciones
y tu falso dinero con el que intentas comprarme.
Dinero, dinero, dinero...
Tu hipócrita moneda acelera mi corazón
hasta vomitarte encima,
límpiate solito, tú me provocaste.


Llega el infierno de la compra-venta,
hipotecas mi vida con erróneas intenciones
de futuros estables con fardos de calma,
pero mi vida está vendida
y a ti te importa poco
si soy esclava o lapidada por tus propias manos,
si ni siquiera sabes mirarme a la cara
cuando me estás enterrando.
Dame tu mirada, tu vergüenza,
dame tu sangre, deja que vea
como corre negro tu petróleo.
Deja que me compadezca de ti.


Aire, aire, aire, que corra el aire,
a ver si con mis versos
me siento un poco menos fulana
de tu estridente manía
de comerciar con mi alma.


Clara Ortega

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