sábado, 25 de abril de 2009

Verso atómico

Nieve cernida en rayo de sol,
perpleja caricia de hielo en caloría,
diluyes esferas infestadas
con la esfinge en calma.

Mi mano te toca...
mística, lorquiana, párbula.

¡Escúrrete!, ¡impacta!, mójalo todo
con la lengua estremecida en jugos,
liba en mi garganta, exprime tu agua santa
que se enciende como antorcha en el olvido.

¡Corre!, ¡atormenta!, ¡pacifica!, ¡inquieta!,
profanamente aurora boreal.

Mi mano, ¡violenta!
Liviana, descolorida para beber de tu boca.
Química rosa, protón y molécula,
simulando la alquimia de dos nombres...
Amonio de amar.

Ibérico lamento en la tarde,
ensalmo de afecto me acusa contigo
sabiéndote de nadie tras mi pecho,
profuso ludir contengo en tu piel,
cual rima asonante de atómico verso.


Parix y Clara

lunes, 20 de abril de 2009

Destierro de dos almas sin dueño

El paraíso no se cierra
tan fácilmente y es aquí,
en este espacio condonado
que se ha extirpado del aire,
y por la vida que se entrega
austera y sin lujos
sobre el pasto ahora quemado,
es aquí dónde habitamos
entre un dulce sueño gris
y una grieta abierta
sin cautela…
Y cruzamos el umbral de la puerta,
entornándose entre el cuerpo
de dos humanos
con indivisibles sensaciones,
donde se solapan, en una,
claras visiones y destellos.
En este engranaje del mundo
el amor no queda ajeno
y llora al mismo son,
nace, abraza, vibra, siente;
vuelve a llorar y…
toca piel que da vida,
y muerte…
y cruel veneno.
En ese instante,
los amantes serenos,
arrítmicos compañeros de viaje,
dueños de la forma, pulso y verso
se hacen del beso sobre la arena
y juntos dan forma, sobre
las manos más ausentes,
al pergamino y al testimonio
que, nunca plagiado, queda
de su pasión que desangra,
sin despegarse del alma,
su condición de destierro.

Parix y Clara

domingo, 5 de abril de 2009

Mi sepultura

Una luna enfadada se viste negra,
como los llantos de mi boca
y la cristalina luz de mis ojos
sin cara.
Ahora iré a ver tus palabras,
la mágica envoltura de tu pecho
bie hecho y bien trecho,
sin saberme de otro ni en la cama,
que por pieles somos lobos
y por almas...
por el alma soy tu esclava
y no creas que no soy libre,
pues quisiera ser del viento
y volar hasta tus brazos,
pero la libertad de amarte
me hace tu eterna esclava.
Y no me hables de morirnos
porque yo muero
cada día
en tu palabra,
en la boca que suspiro,
en la cara almidonada,
en los ojos donde brillo,
en las manos grandes, sabias,
en el alma dolorida
donde reflejo mi alma,
en los ratos que te anhelo
sin sonrojarme por nada,
muero de día y de noche
y en mi oscura sepultura
nacen flores destintadas
que me recuerdan que vivo
en la luz de tu mirada.