viernes, 27 de febrero de 2009

Estruendo de dos almas




El estruendo de mi mente se rompe en ti

y orgullasemente te hago trizas

sabiendo que yo estaré dentro

salpicando como dos pisotones en un charco

y llenándome de sangre con nuestros cuerpos

desparramados entre almas y algas de labios.


Remotamente te recuerdo en mi futuro,

te veo en el espejo cóncavo de mis huesos

y me deshuesa tu mirada fugitiva.

Te aman mis esencias, te aman mis llantos,

te aman los venenos de mi boca,

te aman mis dedos volátiles, mis yemas blancas.


Los sudores de mi vientre cuando te acercas

son pantanos de deseos enfurecidos

y apasionados buscando alimento entre ciénagas,

me buscas, me encuentras delirante entre suspiros

y algunos mantos de estrellas muertas,

porque recuerda, que mueren en tu cuerpo

cuando te acercas a mi vientre empantando.


Ven, acércate a mi espalda y sube cauteloso

porque soy de la luna llena y de la blanca letra

y de la blanca flor que te pertenece pura y bella

y soy de aquel infierno que te conviene

para que encuentres la lujuria que me anhelas.

Y vuelve tras marcharte para quedarte eternamente

Quédate en silencio en mis caderas y duerme, duerme...


que tú eres mi Ulises y yo tu Minerva.


Clara Ortega

martes, 24 de febrero de 2009

El perfume




Resucitando bajo el hedor de un mercado,
mis ojos lloraron diferente.
Olor en flor, sudores, la mente cruel
sin confesiones,
artista del infierno sin pronombre.
Unas manos en mi pecho rascando premio.
Ha tocado conocerlo.
Allí estaba mi inquietud, el mundo en mi olfato,
eterno secreto, totalitario,
el cielo, la tierra, sus humanos.
Una manera de vivir, solamente una y...
sobrevivo en la esperanza.
Por fin, la leyenda de mis respuestas,
tan cierta como el instinto.
Doce notas femeninas, desnudas y muertas
para sacar el aroma universal.
Y el logro conseguido ante mi condena.
La humanidad a mis pies.
Ahora mi deseo, mi único desvelo
es morir donde nunca debí hacerlo
con la esencia del tiempo:
El perfume.




Clara Ortega

jueves, 19 de febrero de 2009

Soldadito de mis versos




En el último estante de la habitación

contemplabas el mundo.

Poco a poco tus ojos se amarillentaban

y el polvo apagaba tus colores.

Perdías la magia, perdías el norte

y ya no recuerdabas el tiempo

en el que eras un héroe con uniforme.


Aun así, soldadito, conservabas tu figura,

tan elegante y firme, muñequito mío...


Hoy te he cogido en mis manos,

he sacado brillo a tu hermosa cara,

al traje que tan sucio llevabas,

¡ay soldadito!,

luces tan explédido y brillante el tipo...


Ya no estás en el estante, pues ahora,

muñequito, resides en mis versos.



A David.
Clara Ortega

viernes, 13 de febrero de 2009

Poesía, me quedo contigo

Descompones la delicadeza,
haces girones de estepas,
me nutres de falsos modos,
me segregas, me matas,
me envenenas, me malcrías,
me encierras en tus facetas.

No me gustan tus listones
de modelos sin valores,
de recursos materiales
sin ideales, sin sueños,
sin flores naturales,
sin amores puros, sin versos,
sin miradas sencillas.
Te detesto tanto, tanto...

Quiero ser de la alborada,
de los jardines de besos,
de los besos de azucenas,
de colores, de letras,
de bocados de sonrisas.
Quiero la dulce brisa,
las luciérnagas, los soles,
girasoles, primaveras...

Ya está bien de falsa esfera,
para el tiempo de los roles,
de vulgares tentaciones,
para el tiempo del cínico,
del tirano político,
de la triste hipocresía
que nos vende por nada
y de nada nos lucra.
¡Que brutal ironía!

Que me cuenten otra,
que ésta no me la creo,
dejar que rime sin arte
y que artesane sin rima,
dejar mis manos al aire,
ya veré cómo modelo,
si hace falta anulo mi cuerpo,
¿qué es al fin y al cabo?
otro cuento de modas,
que si flacas, que si gordas,
¿Cuentos o pesadillas?

Tú cómete tu consumo,
deja en paz a mis versos,
en este país de destrozos
yo ya aprendí la cultura,
te toreo, pon los cuernos a otro,
ya está bien de tus engaños,
con discursitos baratos,
ya está bien, dejad que viva
entre mi mundo de niña
del que nunca debí salir,
pues menudo porvenir.
Permíteme que me ría...

Voy a bañarme en poemas,
los míos, los de los míos,
lo de quien quieras,
pero bañarme en la sangre
que es lo único que queda
antes de envenenarse,
y hasta el veneno que tenga
si cae en verso, es entrega
y la entrega siempre es buena.
Me quedo contigo, poesía,
aquí me quedo y que este mundo,
que ya no nos quiere,
que se pierda en sus maneras.


Clara Ortega

miércoles, 11 de febrero de 2009

Entre silencios




Por Parix y Clara

Caen las lágrimas
más negras del silencio .

Las acuarelas,
derretidas en el cieno,
ya no siento,
y me enveneno de soledad
crucificada en ti,
y en los abismos,
incoherente en esta dicha doliente.

Deja que beba
de tus abrazos de madera.
Ya no quepo en tus espacios
pero me vale ser tu vera.

Te quiero por encima del destierro
y de la muerte,
y acudo contigo
en la derruida condición
de este tiempo sin abrigo.
Hace frío en las cuevas del destino,
pero me calmas.

No dictaron las sentencias,
las podemos evadir, si tranquila,
desluces tu esencia.

Me veo reflejada en tus ojos
porque son los míos,
y en mis manos,
en mis brazos,
que en ti,
cuando lloran y aman,
piensan.

Eres la luz que adorna mis sueños,
aquí no hay dolor,
en tu aladar,
me encuentro
en el taladro de tus pensamientos
cuando corres.

Quiero ser el pájaro
que te vuele lejos, hasta tu rostro.
Ya está partida mi desdicha,
quedo un poco allá
y otro para nadie más, ven…

Hasta tu vientre escarchado he ido
y me encontraste helada,
pero en mis manos eres dulce alborada,
como una dama que una vez fue soñada.

Haces que me sienta flor de lis
en la noche más estrellada.
Son secuelas de niñez,
despiertas a atracciones benévolas
de un ser cortés.
¡Ay, si fuera niña!,
tú serías mi magnolia y yo tu sueño.
Seria el velo que te arrulla,
y tú el sueño virtual de mis desvelos.

¿Te imaginas jugando
y riendo de la mano
en algún lugar perdido?
Con la brisa,
santa brisa de los campos allanados
frente al mar…

Tú con tu esbelta guitarra,
yo tu gitana con gesto sereno,
deleitándome insinuando esa sonrisa ,
con tantas cosas para compartir y dar…

Tus ojos, óleos de piel en mi piel,
mi boca, fuente de Generalife
invitándome al arrecife de tu cantar,
y de otros verbos concluidos en "ar"
que imagino…

Adoro cuando mueres en mis labios
y cuando naces en mis caricias,
Estirándome entre la lizas
y blancas líneas de tus cenizas,
tu tristeza.

Sabes cómo barrerlas
para dejar blancos mis suspiros.
Es que de inmerso y al dedillo
ya conozco tu lamento y mío ,
muy mío, lo siento.

Si esto no fuera un sueño,
quisiera soñarte más lento
y por siempre.
Y yo quererte y cuidarte
y todos los "arte" que repito
y tuviera para darte.

Saberme en esta fusión
que se esfuma con la palabra,
consuela mi llanto.
Se logra en paz,
por el don que se nos concede
en este tiempo,
y que permanezca,
porque ya no sabría sentir
el aire sin ti dentro.

Seré en ti, mi niña,
los futuros son mentira,
sólo tenemos nuestro canto,
una melodía asonantada
que canta afónica,
pero que suena gloria,
y que llevamos por dentro,
y que siempre estará
presente en nuestro encuentro.

Quiero marchar tan lejos
cuando estas aquí…
Lejos, pero contigo.

Para ciertos boletos
yo no tengo sencillo,
pero siempre estaré dentro
y junto a tu abrigo.

Basta con tus palabras
para saciarme del frío,
coge tus alas.
Ya voy, no sin antes darte una mirada,
estarás, estaré, siempre,
es nuestra coartada.

¿Querrías coger mi mano
y llevarme a un lugar secreto,
nuestro?
Cada día flaqueo en el intento,
pues la cifras están contadas,
y yo quedo en el desconcierto.

Entonces me sentaré aquí
a esperar que llegues
y lo intentes de nuevo.

¿Otra vez?,
pero yo te siento con todas tu rosas
pintadas cuando no callas
(lo que pienso).

Sueña conmigo,
no sueñes sólo, quiero ver esas rosas
en tu espejo.

Toda silueta está atrapada
y quedan con sus carceleros,
pero tus rosas son amadas
y en libertad yo te contemplo.

Te espero cada día
tras el olmo de los sueños,
desnuda en tu refugio.

En la estopa de mi piel,
interpretando el candimiel,
sufriendo mis arrullos.

Y vienes sigiloso a acariciarme
cuando miro al horizonte
y no te veo llegar,
mas me sostienes sin nombre
cuando al inicio logras verme,
y suelo gritar mi silencio
sin poder tenerte.

Alguna vez en mis cuentos imposibles
logro hallar mi cariño en tus besos.
Son sueños en mí indivisibles,
igual de ilusorios,
pero alojados en mi parte más sensible.

Alguna vez,
en mis mundos insostenibles
me hago tuya rodeada de te quieros,
y sin títulos,
me adentro en tu cuerpo,
y con tus largos azabaches,
enjugo mis ojos llenos de lamento.

Entonces ya no gira el universo,
y ambos, inmersos,
nos sabemos uno
sin comprenderlo.

sábado, 7 de febrero de 2009

Caminan

Caminan...

Todos caminan sin sombra,
sin vida,
sin alma,
sin ojos.
Marionetas del destino.

Caminan...

¡Qué pena que no lo entiendas!
No, yo no soy de la multitud,
siento decirte que no, tú tampoco,
pero aún caminas con ellos.
No importa, al menos me ves
y eso ya es un todo.

Camináis...

¿Te habías fijado?
Lleváis el rostro perplejo
y el nudo de la corbata bien hecho.
Menuda sorpresa, sabéis sonreir.
Sí, no creas, a mí me gusta,
me gusta contagiarme.

Caminan...

Camino a lo lejos pensativa
y llevo las botas roídas
de tanto canto que me van dejando,
pero tú te has parado a cuidar mis pies
y eso, eso es el paraíso,
y así, nos realizamos.

Caminan...

Ven, deja que lo hagan
y quédate conmigo,
nosotros descansaremos.
Seguiremos otro camino.
¿Ves aquel árbol a lo lejos?
Allí iremos a pasar la tarde,
y la noche, y la vida.
Sí, no me mires así, no estoy loca,
tan sólo he nacido aparte.

Caminan...

Tranquilo, deja que se marchen...

Quédate conmigo.


Clara Ortega

miércoles, 4 de febrero de 2009

Simbiosis de dos almas lejanas





No es de la mente, es del alma.
Así es, me cuesta desplegar los pensamientos
en la intranquilidad que te produce mi calma y los deseos
envueltos en papel de aluminio porque no hay para más,
no lo hay, más que ustibles sentimientos.

Me cuesta enviar la palabra en el pico de una paloma
por la asonancia que se entrega a la avecilla,
que ni es blanca, ni es paloma, ni tan si quiera mensajera,
pero sé tu mensaje, y es tan cierto y benigno rimando con el alma y la vida.

Tú tan lejos, tus manos tan cerca, tu hombro aquí mismo…
Presentes tú y yo , en estos entrepiernados versos,
maneras y modos que se conjugan con verbos cálidos
de nuestra entrega letrada en anhelos siniestros y
entre alguna que otra hormona que nos devora humanos.

Te reconocí en un instante y te negué el
“sí”, en esta conversación donde se tejen nuestros futuros,
lo tácito insinuó todo lo cierto y se alojó
donde a veces me ardes tan dentro, que resulta confuso,
donde se arrojan los “te quiero y tú lo sabes”,
como un hermano de versos, de veneno y otros miedos,
y de colores, que a cucharadas y con mi agrado comerías,
cómo un cuervo y una trufa azabache que se apasionan
y se tienen sin palabras si lo quieren,
sin apenas haberse encamotado previamente…
olvidando todo lo que advierte para sentir lo ardiente.

Así es, como la historia que nunca acaba y nos reclama,
como los sueños que aunque quieras, se nos escapan de mañana,
como el verso adverso con la afonía de acongojarnos
en el lecho tan nuestro y atemporal que formamos,
cada vez que te encuentro y la alegría se monta en cohete
y tiramos al retrete todo lo malo que hallamos, y sube
y vuela, vuela alto, muy alto y lejos…

Todo lo que "en oculta verdad" sentimos siendo lo que somos:
Corazones indomables,
timadores en verdades
que se buscan entre el negro atardecer con sus misterios...
y sus males.

Parix y Clara

lunes, 2 de febrero de 2009

Un mundo a mi medida

Me detallas entre versos improvisados
que salen por tu boca arrítmicos.
Me tallas con tu boca alunizada
saciando a mis deseos optimistas.

Esculpes la egocentricidad de mis sueños,
el recoveco de mi pecho
que te guarda, como guarda el forastero
sus recuerdos más añejos.

Me pintas un óleo por cada suspiro
que saben a colores difuminados
y a abstractos pensamientos asimétricos,
colocándose, uno a uno, en espacios tridimensionales.

Y así, poco a poco, es como me vas creando,
en cada detalle le das forma a mi vida,
así, tiempo a tiempo, beso a beso,
vas tallando con tu amor un mundo a mi medida.

Clara Ortega