sábado, 24 de enero de 2009

Auto_conciencia




















Clara Ortega
Parix Cruzado

Totalmente ciego,
sin una retina en juego.
En el ahínco poco sereno y burlador,
timando al listo o al cuerdo,
de latitudes segregadas del amor,
o en el paralelo de su nombre,
de actitudes que invocan la clemencia,
aunque no me la merezca.

No puedo agradecer sus oraciones,
son tibias sensaciones en juicio.
No puedo renacer, sólo puedo escapar para volver
sin permiso para ser transparente
a esta triste consecuencia,
en sutil demencia
que presenta siempre…

Anidados en mi mente,
anudados y enturbiados,
asesinos asociados, vicios sucios y aliados,
condenados por mis miedos
de esta farsa de aliento fatal y seductor,
de la que sé que a veces soy culpable
como las luces de ayer en la noche de hoy,
que me ciega torpemente.
La misma vieja visión recurrente.

¡Autotolerancia bendita,
autoperdón, autocomprensión!
¿Por que no llegas?,
¿por qué me evitas?
Ayúdame a borrar los absolutos del presente
que me devoran, dementes,
a mentirme, la verdad que siempre tienes,
que ya no sé si viene o va, falsa verdad,
y a excluirme de las aes iniciales,
de las zetas finales,
de esta moral que siempre acusa males,
desvirtuales, borrosos, dudosos,
esenciales e incidentes en risa…
Quizá mañana, quién sabe, si no avisa…

1 comentario:

  1. No hay palabras para expresar lo que verbalmente quiero decirte, el poema me ha dejado en una nube toxica de azucar moreno, has despejado mis pulmones a medida que los respiraba.
    Ojala y este nuevo blog permanezca lleno de duendes hasta el infinito, y que vengan las ninfas a peinarse el cabello con el peine poetico de tu Plata, aqui dejo mi corazón, por si vienen con hambre.
    Beso vuestra pluma.

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